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Concesionario

¿Qué es y qué significa?

Descripción del término jurídico Concesionario:

La figura del concesionario en el derecho español se refiere al titular de una concesión administrativa, la cual es una autorización otorgada por la administración pública a individuos o empresas, para realizar una actividad o explotar un servicio público o un recurso natural que es de dominio público. Esta figura es fundamental en el ámbito del derecho administrativo, ya que a través de la concesión se permite la gestión de servicios públicos por parte de terceros bajo ciertas condiciones y con un control por parte de la administración.

La concesión es un acto administrativo por el cual la administración transfiere el ejercicio de una función o servicio público a una entidad privada o persona física, que actuará bajo su riesgo y ventaja, manteniendo la administración un papel supervisor y regulador. La concesión se otorga generalmente mediante un procedimiento de licitación o concurso público, con el fin de garantizar la transparencia y la selección de la oferta más ventajosa para el interés público.

El concesionario adquiere una serie de derechos y obligaciones que quedan delimitados en el pliego de condiciones del contrato de concesión. Entre sus derechos se encuentra el de explotar el servicio y obtener los ingresos derivados de esta explotación. Sin embargo, también está sujeto a obligaciones como el mantenimiento de un adecuado nivel de calidad en la prestación del servicio, el cumplimiento de los requisitos técnicos y legales establecidos, y el respeto a las tarifas aprobadas por la administración.

Asimismo, la concesión puede ser temporal y normalmente está sujeta a un plazo determinado tras el cual deberá ser renovada, si la administración así lo considera procedente, o finalizar, momento en el que el servicio o recurso vuelve a la gestión directa del sector público o se otorga una nueva concesión a otro gestor.

La figura del concesionario es crucial para el desarrollo de infraestructuras y la prestación de servicios esenciales para la comunidad, como pueden ser el transporte público, el abastecimiento de agua potable o la gestión de energía. Además, proporciona una oportunidad para la colaboración entre el sector público y el sector privado, permitiendo una eficiencia en la gestión e inversión en áreas donde la administración pública no dispone de los recursos o la experiencia necesaria.

Contexto jurídico en el que puede utilizarse el término Concesionario:

Uno de los ejemplos más habituales de la figura del concesionario en España es el de las autopistas de peaje. En este contexto, el Estado otorga la concesión a una empresa privada para construir, mantener y explotar una autopista durante un período de tiempo acordado. Durante este período, el concesionario tiene derecho a cobrar peaje a los usuarios a cambio de ofrecerles un servicio de transporte por una carretera que se mantiene en buen estado y con unas condiciones de seguridad adecuadas. El cometido de la concesión aquí es facilitar la ejecución de infraestructuras públicas sin que el Estado tenga que asumir la totalidad de la inversión inicial y los costes de mantenimiento. No obstante, se establecen unas tarifas máximas y se exige al concesionario el cumplimiento de estándares de calidad, todo ello regulado por contrato y bajo la supervisión de la administración.

Otro ejemplo es la gestión de servicios de agua. Un ayuntamiento puede otorgar una concesión a una empresa para que gestione el ciclo integral del agua en una localidad, incluyendo la captación, potabilización, distribución y depuración del agua. El concesionario se encarga de operar y mantener las infraestructuras necesarias para el servicio, asegurando que se cumplan las normativas de calidad ambiental y de salud pública. A cambio, la empresa recibe como contraprestación económicamente establecida el derecho a cobrar las tarifas de agua a los usuarios, dentro de los límites fijados por la administración concedente.

La relevancia de la figura del concesionario dentro de la jurisprudencia española y la organización de los servicios públicos es elevada, puesto que permite que el sector privado aporte eficiencia y capital en la gestión de servicios de interés general, lo cual, bien regulado, puede redundar en beneficio de la ciudadanía y en la mejora de la calidad de los servicios públicos.

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