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Partición de bienes

¿Qué es y qué significa?

Descripción del término jurídico Partición de bienes:

La partición de bienes es el proceso jurídico mediante el cual se divide y distribuye una masa patrimonial común entre las personas que tienen derecho sobre ella. Este procedimiento es particularmente relevante en el derecho sucesorio, donde tras el fallecimiento de una persona se debe proceder a la distribución de sus bienes entre los herederos o legatarios. Asimismo, es igualmente aplicable en los casos de disolución de régimen económico matrimonial, como podría ser en el supuesto de una separación o divorcio, en donde se deba proceder a la distribución de los bienes comunes del matrimonio.

La partición puede ser amistosa o judicial. La partición amistosa ocurre cuando todos los interesados llegan a un acuerdo sobre cómo se van a repartir los bienes, pudiendo realizarse a través de un documento privado o elevando el acuerdo a escritura pública ante notario. Por otro lado, si no hay acuerdo entre las partes, se procederá a una partición judicial, donde será un juez o un contador-partidor quien determine la manera en que se reparten los bienes.

En el proceso de partición judicial, el Código Civil español establece una serie de fases. Inicialmente, se realiza el inventario de todos los bienes que forman parte de la herencia o del patrimonio a dividir. A continuación, se procede a la tasación de dichos bienes para conocer su valor económico. Posteriormente, se abonan las deudas y cargas del caudal común si las hubiere, y finalmente se realiza la adjudicación de los bienes a cada uno de los interesados conforme a sus respectivos derechos.

Es también relevante destacar que, en el caso de la partición de herencia, pueden existir figuras como el legatario, que es aquel a quien se ha dejado un bien determinado, o bienes específicos; y el heredero, que tiene derecho a una cuota del remanente de la herencia tras el pago de deudas y legados.

Contexto jurídico en el que puede utilizarse el término Partición de bienes:

Imaginemos una familia compuesta por dos hermanas que tras el fallecimiento de sus padres entran en posesión de una herencia compuesta por diversos bienes inmuebles, cuentas bancarias y objetos de valor. Inicialmente, las hermanas intentan llegar a un acuerdo sobre cómo dividir la herencia de manera equitativa. Sin embargo, tras varias discusiones no consiguen consensuar la valoración de ciertos inmuebles y la atribución de ciertos objetos personales de alto valor sentimental. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo amistoso, deciden iniciar un procedimiento judicial para la división de la herencia.

A lo largo de este proceso, se designará a un contador-partidor que será responsable de realizar el inventario y la valoración de los bienes. Una vez se tenga un valor consensuado de cada activo, se pagarán las posibles deudas que hubieran dejado sus padres y, en consecuencia, se procederá a la adjudicación de los bienes. A una de las hermanas se le adjudica una propiedad de mayor valor mientras que a la otra se le asignan varios bienes que, en su conjunto, igualan el valor de la propiedad asignada a su hermana. Con ello, se garantiza una partición equitativa y se liquida la masa hereditaria.

En otro caso podríamos considerar a un matrimonio que tras varios años decide divorciarse. Durante su matrimonio, habían adquirido diversas propiedades y generado un patrimonio conjunto significativo. Al divorciarse, acuden a un proceso de disolución y liquidación de la sociedad de gananciales. No logran un acuerdo sobre cómo distribuir los bienes comunes y, por tanto, acuden a la vía judicial para resolver su disolución patrimonial. Aquí también se designará un contador-partidor que valuará los bienes y adjudicará a cada ex-cónyuge lo que le corresponda, asegurando así que ninguno sea beneficiado en detrimento del otro.

El adecuado entendimiento y manejo de la partición de bienes es fundamental en el ámbito del derecho civil español, pues garantiza que los procesos de transmisión patrimonial por causa de muerte o disolución de sociedades conyugales se realicen de forma justa y equitativa, conforme a la ley y los derechos de cada parte involucrada. Este proceso ayuda a prevenir conflictos, asegura los derechos sucesorios y contribuye al mantenimiento del orden y la justicia en las relaciones privadas.

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